A mis 36 años y tras 13 años cumpliendo “mi” sueño de vivir y viajar por Europa me rindo a la evidencia de que a pesar de cumplir con la mayoría de los ítems de una vida “exitosa” las cosas no terminan de hacerme “feliz”. Ya había renunciado a la creciente promesa de las mieles del mundo de la publicidad:
/verano del 2006, 9no piso de McCann Erickson Madrid, cierro un acuerdo con un cliente. En ese mismo momento me distraigo con la puesta de sol que ya no alcanzaba a ver. El sol cae, y yo en la oficina. Ese atardecer también oscureció mi fantasía de felicidad y le di lugar al anuncio de la insistente tristeza que me miraba de frente: sorry, baby, por acá no es.