Cada uno emprende este rol de forma personal, en base a ciertos aprendizajes que venimos a experimentar. Para sumergirnos en ese viaje, la vida propone un territorio determinado por filtros de percepción (creencias), emociones y experiencias que confirman aún más nuestra manera de percibir. Un camino de situaciones se va tejiendo para que podamos mirarnos, conocernos, aprender y compartir el camino con otros.
Nuestra personalidad no ve tanto el gran viaje del espíritu como las metas que se pone. Olvidamos que más que los objetivos personales, lo que cuenta es la sabiduría de la experiencia y nuestra actitud frente a los desafíos. El día a día trae las situaciones perfectas para poder conectar con emociones, sensaciones y sentimientos donde la necesidad de expansión se hace sentir. Aparecen los límites, los patrones, los refugios y las justificaciones. Toda la artillería del subconsciente para asustarnos y quedarnos como estamos: